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Esta semana no hiciste grandes acciones. Pero viste. Y eso lo cambia todo.

Viste tu cocina. Tu celular. Tus pensamientos.
Viste tus palabras. Tus placeres. Tus relaciones.
Y sobre todo, viste lo que no querías ver.

Comprendiste que la atención se gasta no solo por lo que haces,
sino por lo que dejas entrar sin darte cuenta.
Que no basta con comer sano o moverse más,
si la percepción está saturada de estímulos muertos.

Esta semana entrenaste el arte de mirar sin huir.
Sin justificar. Sin adornar.

Descubriste que la visión no es una capacidad de los ojos,
sino de la energía.
Y que todo lo que consumes —con la boca, con la piel, con la mente—
deja una huella.

Te diste cuenta de qué cosas envenenan tu campo.
Y también, de qué cosas lo nutren sin que te des cuenta.

Esta semana sembraste tu brújula.
Tu frase. Tu dirección.
Y eso es fuego puro.

Ahora sabes que la energía no se gana solo con voluntad,
sino también con discernimiento.

Porque no todo lo que brilla alimenta.
Y no todo lo que entretiene sirve.

🔥 Nos vemos la próxima semana — con los ojos más limpios,
la atención más nítida y el fuego más dirigido.

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