top of page

Has llegado al final de la Semana 36.
Y esta vez, no solo observaste.
Viste.

Viste tu realidad sin adornos:
cómo trabajas, cómo te sostienes, cómo comes, cómo administras tu energía.

Te encontraste con el suelo que realmente pisas.
Y eso, para la mayoría, es incómodo.

Pero si pudiste mirar sin queja, sin adornos, sin escape,
algo se movió en tu centro.

Porque dejar de responsabilizar al mundo externo es un acto de madurez energética.
Y ver sin pena, ver sin cuentos, es lo que permite cambiar de verdad.

Esta semana no te pedía hacer grandes cosas.
Te pedía ver lo que ya haces.
Y eso es lo que más cuesta.

Notaste cuánta energía se va en sobrevivir sin conciencia.
Cuánto drama innecesario hay en tu relación con el trabajo o el dinero.
Y cuánta incoherencia puede haber en cómo comes, cómo gastas, cómo hablas de tu sustento.

Pero también viste algo más.
Viste que puedes hacer lo mismo… de otra manera.

No necesitas un nuevo trabajo.
Necesitas una nueva atención.

No necesitas más dinero.
Necesitas más coherencia.

No necesitas otra comida.
Necesitas presencia.

Y al terminar esta semana, quizás aún no ha cambiado nada por fuera.
Pero si lo hiciste con verdad, ya comenzó a cambiar algo por dentro.

Porque esta semana aprendiste que sostener tu hogar
no es cargar con un peso.
Es habitar un propósito.

Y que ese propósito, aunque pequeño,
es lo que hace que la energía regrese.

Nos vemos en la próxima semana,
donde tu visión se afila aún más.
Y lo que veas… ya no podrás no verlo.

bottom of page